A lo largo de la historia, los tejidos de patrones y estructuras de largos y cortos cabellos, rizados y lacios, han caracterizado distintas culturas y sociedades, más allá de ser un peinado interesante y estético, para representar aspectos sociales como estatus, religión e identidad, transmitido como un arte transgeneracional.
- Un mechón por encima del otro- dirían las abuelas, madres y hermanas mayores al enseñar a una pequeña niña una sencilla trenza de tres, tal como lo aprendieron de sus antecesoras.
Pensar en el origen de las trenzas lleva a muchos historiadores al continente africano, aproximadamente cuatro siglos antes de Cristo, donde las mujeres se trenzaban para identificarse entre las distintas tribus, y, a la vez, representar un acto de convivencia e intercambio de conocimientos. Un origen que se transformó en un método de comunicación, supervivencia y lucha contra la esclavitud como un símbolo de resistencia, identidad y libertad. Mensajes, rutas de escape y pequeñas semillas eran ocultadas entre trenza y trenza: así sobrevivió el pueblo africano esclavizado.
En la civilización egipcia, las mujeres de altos estatus sociales integraban extensiones de cabello al trenzarse, mientras que los hombres tejían sus barbar como una muestra de divinidad. Sí, las trenzas no conocen de sexo, sexualidad o las ataduras de los estigmas de hoy; egipcios, celtas y vikingos fueron muestra de ello. Cercano era el panorama en la antigua Grecia, donde solo podían trenzar sus cabellos largos aquellas mujeres de alta sociedad, mientras las esclavas eran obligadas a llevarlo corto. Por su parte, las mujeres en Roma utilizaban peinados recogidos con trenzas integradas.
Durante la edad media en Occidente, las mujeres llevaban el cabello trenzado, aunque cubierto por velos como cualidad de modestia. – ¡A la hoguera, bruja! – gritaba el pueblo en unísono ante el incumplimiento de esta norma. Siglos después, la realeza europea recurría al trenzado del cabello para facilitar el uso de enormes pelucas; María Antonieta, precursora de este peculiar estilo.
Resultaría imposible concluir esta revisión histórica sobre las trenzas sin mencionar a los pueblos nativos indígenas, hombres y mujeres encontraban en el trenzado un significado espiritual, de identidad y fidelidad. El corte de una trenza representaba la pérdida de su identidad, de su ser.
Hoy las trenzas han sido permeadas por una cultura global aceptada, sin mayores distinciones sociales o de origen; sin embargo, el estilo de trenzado propio de la cultura africana sigue siendo un referente de la etnicidad y defensa de la cultura afrodescendiente. Un símbolo de libertad, un referente de lucha y una muestra de identidad, donde, junto con el cabello, se entreteje el pensamiento mediante un proceso de hermandad, en el que afloran sentimientos y conocimientos que llegan a invadir el espíritu de la trenzadora y de quien con orgullo luce su herencia cultural.
En este primer episodio de la segunda temporada de LA PRIETA PODCAST, hablamos sobre las trenzas desde una posición de empoderamiento y emprendimiento femenino en medio de la postmodernidad, críticas sobre apropiación cultural y una historia de superación personal (llamado de atención para que reproduzcan el episodio).